Por Franco Alfaro,
¿Alguna vez han tenido la desgracia de cruzarse con un estafador profesional? Tienen una característica bastante desagradable, la cual es tratarte demasiado bien mientras planean y cometen su fechoría. Pongo un ejemplo para explicarlo mejor.
Imagina que estás regresando a casa luego de un viaje y encuentras que en hay algo similar a una mudanza. Un grupo de personas está vaciando TU casa, poniendo TUS cosas en un camión, entonces cuando te das cuenta del claro robo, vas a reclamarles con gritos y lisuras, a los sujetos que se están cargando con todo, pero entonces aparece su “líder”. Un tipo que está muy bien vestido y peinado, que se acerca con una gran sonrisa a darte la mano y te dice que va a explicarte lo que está sucediendo:
“Muy buenas tardes distinguido señor. El día de hoy estamos realizando el traslado de sus cosas a su nuevo domicilio según lo que usted nos dijo en una llamada telefónica hace unos días. No vaya a creer para nada que esto es un robo, sino es justamente lo que usted pidió, nosotros detestamos a esos ladrones que aprovechan la ausencia de las personas para vaciar su casa…”
Entonces tú reaccionas, ya un poco más calmado por el buen trato y le explicas que nunca has hecho dicha llamada y que regresen las cosas o llamarás a la policía, a lo que el señor sin perder su sonrisa y su porte de gerente te responde:
“No se preocupe señor no hace falta que llame a la policía, un señor tan distinguido como usted no debe estar molestarse haciendo eso, ni más faltaba. En unos momentos estaremos terminando con la mudanza y procederemos a enviarle la factura. Por favor señor estamos entre hombres de bien, no hace falta ese tipo de desconfianza pues nuestra palabra es lo más valioso entre caballeros”.
Tú, ante su sonrisa, su porte y su buen trato comienzas a dudar y a pesar que no has pedido la mudanza, a pesar que ves con tus propios ojos como vacían tu casa atinas solamente a preguntar sobre los datos de esa llamada que supuestamente hiciste, preguntas como fecha, hora, la nueva dirección, el nombre de la persona con la que hablaste, etc. A lo que el sujeto te responde.
“Lamentablemente mi estimado caballero, esa información es reservada y tiene que acercarse usted mismo a la agencia de mudanza a la que hizo esa llamada para pedir dichos datos. Me es imposible brindarle dicha información puesto que no traigo esos datos conmigo. Más bien, mis muchachos terminaron de empacar todo y ya estamos listos para irnos. Fue todo un placer hablar con usted y me encantaría poder encontrarnos fuera del ámbito laboral y continuar con esta agradable charla. Por favor espere aquí mismo
aproximadamente en una hora que vendrá un representante de la agencia a entregarle los datos y a pedirle su firma para confirmar que todo salió según lo planeado. Sinceramente usted es uno de nuestros mejores clientes y solo por eso le voy a dar un abrazo de amigos…”
Lo abraza y sin dejar su trato amable ni su sonrisa se despide de usted, sube al camión con los demás y se va dejándote perplejo y sin saber que hacer.
Esto es más o menos lo que sucede en Perú. Nosotros somos como el señor asaltado, las riquezas naturales y económicas de nuestro país son como nuestra casa, los saqueadores son las empresas extranjeras (o a veces “amigos” nacionales) y el elocuente estafador miembro de la mafia que nos roba (porque es esa misma mafia quienes le dieron el puesto de representante) vienen a ser nuestros presidentes.
Esto se viene repitiendo al menos desde antes que naciera, hace más de 30 años. Algunos presidentes son más cínicos y elocuentes que otros pero ninguno se salva.
Lo que realmente me preocupa no es que existan ladrones, pues realmente creo que nunca van a desaparecer, sino es el pueblo peruano que TAN FÁCILMENTE se deja manipular y engañar. Lo vemos ahora con el presidente Vizcarra, quien dice luchar contra la corrupción y la mafia de la empresa ODEBRECHT, pero al mismo tiempo, son los fiscales que él mismo defiende, quienes pactan con Odebrecht para que sigan robándole al Perú y es su propio gobierno quien le ha dado millonarias obras a los consorciados de Odebrecht. En resumen Vizcarra es un estafador cínico, mentiroso y traidor, pero le dice al pueblo que él encabeza la lucha anticorrupción…
Con todo esto, en países orientales, Vizcarra hubiera sino condenado a PENA DE MUERTE, pero aquí en Perú él sale a las calles y el pueblo le da su aprobación. Realmente esto ya sale de la ingenuidad y me reafirmo en esta idea:
Cuando la “ingenuidad” es tan grande, ya deja de serlo…
Se convierte en complicidad o estupidez.